Thursday, March 03, 2022

Así que, a usted...

 ... ¿no le gustan los musicales?


Hola, mi nombre es Emmanuel Lazos y vengo a joderle la vida con cosas que no le interesan. 


Ok, no.


Bueno, sí, un poco. 


Veamos. Decidí desempolvar este añejo blog, porque llevo más de un mes queriendo escribir mis muy personales comentarios acerca de una película: Tick... Tick... Boom!

La película, como tal vez ustedes saben, se encuentra disponible en Neflix, y -entre otros reconocimientos- cuenta con dos nominaciones a los premios Óscar de este año, una de ellas, Mejor Actor, con Andrew Garfield como nominado. 

Pero antes de comentar un poco más acerca de esta película en específico, tengamos una conversación.

Primero, yo aclaro: "La película es un musical."

Y entonces usted, amable lectora/lector dice:

"¡Aah...!" (en uno de esos "Ah" cuyo final permanece como suspendido, sugiriendo que la frase completa, no pronunciada, sería: "¡Ah! Eso era... por ahí hubiéramos empezado..." 


Y concluye, afirmando con toda seguridad: "Es que no me gustan los musicales"


Claro. Por supuesto. 

Aquí, la conversación puede tomar diversos caminos:


-Entonces... no te gustan. ¿Las películas o las obras musicales? 

- Ninguna.

- ¿Eso incluye las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete y Tin Tan, por ejemplo?

- Osea, no, esas son otra cosa.

- Son musicales...

- Pero, osea, no, a mí los que no me gustan son como, osea, ya sabes, los musicales en los que los actores de pronto se sueltan cantando sin razón alguna...

- Eso es exactamente lo que pasa con las películas de Pedro Infante, Jorge Negrete, Tin Tan y muchas otras... en algún punto de la narración, los protagonistas cantan, en ocasiones como una forma de aportar algo a la narración (acentuar el drama, crear un entorno romántico, dar un giro cómico o profundidad al personaje... etc.) y, en algunos otros, cantan cosas que prácticamente no tienen nada que ver con lo que ha pasado hasta el momento en la película, ni con lo que pasa después. 

- Bueno, esas sí las veo a veces... pero...

Y es así como la duda asoma un poco, permitiendo a la persona (a usted) preguntarse: “¿Realmente no me gustan los musicales?”


En otras ocasiones, la conversación toma un tono más tajante.

- No sólo no me gustan: me cagan los musicales. Son mamones, cursis, sobreactuados y llenos de pendejas historias de amor o historias de superación adolescente en un irreal e hiperendulzado contexto escolar norteamericano completamente carente de viso alguno de realidad.

- Ya. ¿Qué opinas de la película "The Wall", de Pink Floyd?

(Aquí algunos voltean los ojos y los ponen en blanco mientras su rostro cambia de color)

- No. Mames. Ellos son dioses. Son intocables. Son otra cosa.

- Lo sé. Pero la película es un musical. De hecho, es uno de esos musicales que prácticamente no tiene diálogo y la trama es relatada por las canciones. Básicamente es 'Los Miserables', versión Pink Floyd.

- ¿¿CÓMO TE ATREVES??

- Es real.

- ¡PERO YO NO VEO LA PELÍCULA, SÓLO ESCUCHO EL ÁLBUM!

- ¡¡PERO LA PELÍCULA NARRA EL ALBUM Y EL ALBUM LA PELÍCULA!!

Y aquí es donde sigue una serie de insultos que no tiene sentido transcribir en este espacio.


Ahora, si hablamos de las películas de Disney... pues, más musical que eso, difícilmente se va usted a encontrar. Y le aseguro que se sabe todas las canciones de todas las películas que vio en su niñez y juventud.


En fin. Creo que usted ya sabe hacia donde se dirige esta proselitista entrada de mi tan empolvado y oxidado blog. 


Pero espere, espere, no se vaya, no cierre la oxidada puerta todavía... *Lazos, un anciano harapiento y desdentado, se acerca caminando torcidamente a la puerta de esa casa-blog que se cae a pedazos, e intenta que su visitante no se vaya* déjeme contarle mi propia experiencia con los musicales. (Hablando de "cerrar la puerta", ¿sabía usted que existe una obra musical cuya escena inicial muestra a un grupo de simpáticos promotores de una organización religiosa tocando de puerta en puerta y diciendo "Hello!"…? Y, cuando yo le cuente quiénes son los creadores de esa obra, no me lo va a creer...)

Bueno, le confieso: a mí “no me gustaban los musicales”, o, no mucho. Perooo… me casé con una mujer maravillosa a la que le gustan mucho, muchísimo, las obras musicales. Y entonces, comencé a ir a verlas. 

Para bien o para mal, comencé asistiendo a obras musicales un tanto ¿clásicas? Digamos que son obras cuya popularidad comenzó hace 30-40 o más años. Independientemente de su antigüedad, muchas de esas obras son una joya, pero -como en todo- en gustos se rompen géneros y algunas me parecían ¿de hueva? Sí. Hay musicales que no me gustan. Les puedo hacer un artículo completo de por qué “A Chorus Line” y “José el Soñador” me cagan. O por qué “Jesucristo Superestrella” me gusta como puesta en escena, pero yo le quitaría como el 80% de la música. O de por qué “Cats” me parecía tan deficiente como “A Chorus Line” hasta que conocí un poco más sobre su origen y ahora la veo con una óptica completamente distinta que me permite disfrutarla realmente. O de cómo en varias obras  musicales encuentro vertientes político-ideológicas que me hacen levantar bastante la ceja…


En fin. Gustaba de algunos musicales, y de otros, no. Y entonces, un buen día de 2018 mis hijos decidieron ingresar a una compañía de talleres teatrales para presentar una versión teatral de The Greatest Showman, película estrenada en 2017 y protagonizada por Hugh Jackman.

Y entonces, todo cambió.

Si ustedes no han visto la película, ésta básicamente intenta presentar una versión (extremadamente idealizada y romántizada) de la vida (o alguna parte de ella) de P.T. Barnum, un empresario circense norteamericano del siglo XIX que forjó fama a partir de montar espectáculos en los que mostraba personas con características peculiares que podían incluir condiciones como enanismo, gigantismo, sobrepeso, hirsutismo, etc. Algunas de esas condiciones eran reales, y otras eran montajes que iban de lo medianamente creíble a lo descaradamente burdo. En fin, para no alargar esto más, la película tuvo éxito, más que por su trama, por la belleza de sus imágenes y por lo emocionantes que resultan sus canciones. Es una de esas que merece verse con el mejor sonido posible. Y el montaje de sus coreografías es un lujo, sin mencionar que cuenta con un elenco de muy populares actores que, en su mayoría, también cantan (sólo uno de los temas es doblado por una cantante que no es la actriz que interpreta al personaje). 

El caso es que... al participar en esa puesta en escena, mis hijos se enamoraron del teatro musical. 

Ahora, antes de que usted diga: "¡Ah, claro! ¡Pues es que es 'papá cuervo' y tiene que gustarle todo lo que hagan sus hijos" Déjeme decirle que...


Pues sí.

Sí soy papá cuervo. Perooooo... en realidad, gracias a la participación de mis hijos, he descubierto que el mundo del teatro (y cine) musical es mucho, mucho más amplio y diverso de lo que yo suponía. Y mi idea es expresar un poco de este descubrimiento, a través de estas líneas.

Existe una multitud de obras musicales basadas en películas no musicales, y de películas musicales basadas en obras musicales y, por supuesto, de obras musicales basadas en películas musicales y... en fin. Hasta el infinito.

¿Las temáticas de las obras musicales siempre son cursísimas historias de amor, con bailables en grupos de chicas que levantan la piernita, u óperas semi-modernizadas que en realidad son viles fusiles de algunos libros clásicos, incluida la Biblia? Eeeeeeehm, no. Aunque, sí, también hay bastante de eso.

Sin embargo, las temáticas y los géneros musicales que abarcan esas obras son variadísimos. Hay musicales con música de ópera (o de estilo operístico), hay musicales de rock, hip-hop, música latina, a capella, soul, jazz, celta... lo que se le antoje. ¿Y las temáticas? Las hay románticas, bíblicas, de conflictos adolescentes, de conflictos psicológicos, históricas, bélicas, aeronáuticas, con temática sexual, asexual, homosexual, heterosexual, travesti, parodias con temática religiosa, parodias con temática política, parodias de superhéroes, parodias de shows infantiles de títeres... y un largo etcétera. 


Aquí es cuando aparece un experto en arte dramático y declara:

- El teatro musical es tan sólo una forma menor, rudimentaria, vanal y excesivamente comercial que ni siquiera se acerca a lo que es el verdadero teatro

- Ya. 

- Sí.

- ¿Terminaste?

- Sí.

- Perfecto, sigamos...


En mi opinión, el teatro musical es un espectáculo de entretenimiento que brinda la oportunidad de presenciar el trabajo de personas con voces extraordinarias, capacidad actoral incuestionable y, en muchos casos, con montajes coreográficos deslumbrantes y piezas musicales realmente entrañables. Todo, en un mismo lugar y por el mismo precio. Una ganga.

Pero espéreme, ya, ya casi termino. No se duerma. Este es el infomercial más largo que se ha soplado en la vida, lo sé. 

Los musicales pueden clasificarse de muchas maneras, y con muchas etiquetas, pero yo desconozco esas clasificaciones. ¿Y para qué lo mencionas, sotorpe? Ooh, péreme.

Yo he “descubierto” tres ¿vertientes? ¿subgéneros? ¿formas? bastante claras de identificar a los musicales: los musicales con música original, escrita y producida específicamente para esa obra; los musicales que generalmente derivan de otras producciones musicales, ya sea de teatro o de cine, y que recogen temas musicales de la producción que les dio origen incluyendo, además, temas adicionales creados para esa versión y, finalmente, existen los musicales jukebox, que son aquellos en los que se usan canciones que ya existían y, de algún modo, la trama hace que esas canciones se integren en la narración. Esto último a veces sale bien, y otras... ¿no tanto? 

Por ejemplo, un musical jukebox muy conocido por el público hispanohablante es "Hoy no me puedo levantar", musical escrito por Nacho Cano, integrante original de Mecano, en el que incluyó todas las canciones de Mecano que pudo, además de alguna de las canciones que grabó en sus discos como solista (o en colaboración con otras cantantes). Y... bueno. ¿Qué decir? Yo crecí en los 80's y muchas, muchísimas canciones de Mecano forman parte del soundtrack de mi vida, ineludiblemente. Me gustan, me las sé, y hasta las canto, si quieren (jamás esperen que me salgan como a Ana Torroja, eso sí). Pero... en mi opinión varias de esas canciones no tienen absolutamente nada que ver con la trama. Su inclusión en ella es forzadísima, innecesaria, confusa y provoca que la obra se acerque a las 3 horas y media de duración.

Pero existen musicales jukebox con tramas mucho más ingeniosas y divertidas. 

Aunque, en atención a su tiempo y a su salud mental, le hablaré de ellos (más brevemente) y de algunos otros en mi siguiente entrada de este viejo, empolvado blog.


Friday, September 22, 2017

Los estragos.

Hoy, 22 de septiembre, pasé de nuevo por la zona cercana al colegio Enrique Rebsamen, colapsado el 19 de septiembre de 2017 durante el sismo que sacudió a la Ciudad de México por segundos que parecieron horas. 

 La abrumadora carga de información, al respecto de este punto en que la destrucción fue particularmente patente, y particularmente difundida, me hizo acercarme a quienes aún permanecen ahí. 

La situación ha cambiado mucho en en el transcurrir de 2 días y medio. Yo vivo a escasos metros de ahí, así que desde el 19 de septiembre pudimos ver la enorme, la incontable cantidad de gente, que se volcó a dejar ayuda en el centro de acopio, que se estableció en las banquetas, camellón y, finalmente, estacionamiento de la papelería Lumen que se encuentra en la esquina de Calzada de las Brujas y Canal de Miramontes. 

 No, yo no he visto más allá de este punto. No, no me he acercado a las labores de rescate, porque hoy más que nunca entiendo la importancia de no estorbar. No sé si existe otro punto en el que se esté haciendo acopio de bienes para ayudar en esa zona de desastre específica. En resumen: no sé mucho de lo que ocurre ahí. 

Nuestro acercamiento, mío y de mi familia, a ese esfuerzo, ha sido únicamente a dejar cosas que se han pedido en los medios como necesarias para continuar con las labores de rescate. Llegamos, dejamos lo que podemos, y nos vamos. 

 Para mí, al igual que para una enorme cantidad de mexicanos, la fuente de información sobre lo que está ocurriendo -o parece estar ocurriendo- han sido los medios de comunicación. Los tradicionales y los 'alternativos'. Y, si ustedes observaron sólo una de estas vetas de la información, tal vez tenemos versiones muy distintas de las cosas que ahí ocurren u ocurrieron. Por eso me acerqué hoy hasta ese lugar. 

Yo, igual que muchos, fui presa del drama con el que se llevó a cabo la cobertura de los intentos de rescate de personas atrapadas en el Colegio Rebsamen. Primero, por televisión. Al día siguiente, por redes sociales, encontrando puntos de vista muy contradictorios. 

Al final, todo se convirtió en un evento oscuro, lleno de huecos en la información, sin nociones claras de qué ocurrió. Al público no le quedó claro si sacaron o no a alguien, si ese alguien se sacó en un ambiente de secrecía y misterio por ser hijo o pariente de algún "importante", si en realidad no se sacó a nadie, si en realidad ya se había retirado de ahí toda la ayuda de civiles y el sitio lo había tomado completamente la Marina y el Ejército; si aún se buscaban víctimas, vivas o muertas, si los escombros remanentes ya se iban a demoler, hubiera lo que hubiera adentro... todo eso.

 Lo que parecía un esfuerzo conjunto, ejemplar, espontáneo y desinteresado, por salvar vidas, terminó siendo un embrollo en el que instancias muy visibles repartían culpas. amontonaban disculpas y se guardaban datos. ¿Qué pasaba? 

 Yo no soy reportero. Jamás lo he sido ni pretenderé serlo. Pero en la mañana, me acerqué. Quería saber. ¿Qué quería saber? No sé. Algo. Cosas. ¿Había civiles aún trabajando? ¿Había algún familiar de personas del colegio en los alrededores? ¿Había maquinaria pesada entrando a remover escombros?

 Me acerqué. Lo primero que vi fue que la presencia de personas con vestimenta civil se ha reducido al mínimo. El 19, 20 y 21 de septiembre eso era un hervidero de cascos, chalecos de voluntarios y pantalones de mezclilla. Hoy, vi uniformes. De policía, principalmente. Algunos del Ejército y Marina. ¿Civiles? 4 ó 5, únicamente en el Centro de Acopio. 

Aclaro que no entré más allá: No es posible acceder a la zona donde ocurrió el derrumbe. La policía resguarda la zona y no se puede pasar, a menos que uno sea residente del área o persona con alguna razón o labor específica en ese punto. 

 Ya ahí, tomé fotos. No sé para qué. Para asegurarme, tal vez, de que alguien más viera lo que yo veía. 

Me acerqué a un civil. Gerardo, decía su impermeable, escrito en un masking tape con plumón. En ese momento parecía estar solo. Parecía cansado. Tenía el rostro amable, de lentes, quemado por el sol. Le pregunté qué estaba pasando. Le dije que no tenía ninguna otra intención que la de saber si continuaban las labores de rescate. Si había aún voluntarios trabajando en la zona del derrumbe. Si había padres de familia en los alrededores. 

Me miró y empezó a responderme, con la voz apenas audible de quien probablemente ha pasado los últimos dos días gritando sin parar. Comenzó a explicarme, con gran calma y amabilidad, que ellos, los voluntarios civiles, únicamente estaban al cuidado de todas las donaciones. 

Al llegar al tema de quienes seguían trabajando en los escombros, era claro que no tenía una información definitiva al respecto. Comenzó a decirme que la Marina y el Ejército estaban en control de esas labores. Y que se seguía trabajando. 

Muy pronto me di cuenta de que la explicación que intentaba darme, no iba a fluir tan ágilmente. Cada 2 minutos, llegaba alguien a comentarle algo, a pedir algo. Comencé a poner atención a esos diálogos. Él caminaba e iba a responder preguntas y dialogar con quienes se iban acercando, porque desde distintos puntos le hablaban los otros pocos civiles que siguen en la zona. 

Me acerqué a una de sus conversaciones. Un hombre, con un paliacate en el cuello y casco, le contaba cosas que pasaban en Xochimilco. 

 - Allá se necesita mucho... nosotros estamos tratando de juntar gente, arquitectos e ingenieros que se junten en mi estudio... yo soy arquitecto... necesitamos gente que evalúe los daños allá. Hay muchos daños. En una parte hay una grieta, que se extiende por varios metros. Hay que seguirla, en esa zona y ver qué pasa ahí. La fisura atraviesa varias construcciones y el agua de los mantos freáticos ya subió por la grieta hasta las casas. Hay casas en las que la planta baja ya se inundó. No por la lluvia, sino por el agua que viene de abajo. Necesitamos revisar eso y muchas otras zonas, pero bien. Ayer hablé con el pendejo del Delegado de Xochimilco. Están rebasados y no están haciendo las cosas bien. La gente de Protección Civil de la Delegación va y te va diciendo qué casa está bien y qué casa está mal casi sin detenerse. No hay revisión. Ahí en las grietas, hay que hacer una cala. Hay que revisar hasta donde llega el hundimiento. La gente no tiene que comer. Ayer había un río de gente, formada para recibir una torta que trajo la gente como donación. La gente no tiene agua. Y la ayuda está llegando poco y mal. 

 Gerardo, con ánimo calmado, trataba de preguntar. 

 - Y esto...

- Yo quiero llevar cosas en mi camioneta, quiero juntar a la gente que sepa, que puedan revisar. 

 - Entiendo, pero me diste toda esta introducción y... ¿cuál es el punto? ¿qué requieres? 

 En ese momento se acercó otra persona: 

 - Gerardo, te buscan. Esta persona quiere llevarse víveres y herramientas para Morelos. 

 Gerardo volteó y, con ese ánimo calmado y voz de hilo, comentó: 

 - No puedo dar nada, perdóname. Somos centro de acopio, no de distribución. Lo que recibimos aquí, se recibió para apoyar las labores de rescate del Colegio Rebsamen. Así nos lo dio la gente. Tenemos que mantenerlo aquí, porque las labores van a continuar por varios días. 

 El muchacho que llegó a pedir las cosas, comprendía: 

 - Te entiendo. Nos estamos moviendo a todos los centros, queremos llevar lo más posible en un sólo viaje. 

 - Sabemos que en el centro que tienen en la UNAM, sí están entregando apoyos para otros lados, pero te piden un documento del gobierno, en el que se diga quién eres y en qué vehículo te vas a llevar las cosas, y para donde van. -respondía Gerardo- Puedes ir allá y te dicen bajo qué condiciones y requisitos se pueden llevar algo. Ha habido muchos robos. 

 - Sí, ya lo sabemos. Ayer llevamos cosas, y un camión completo de agua, que se cargó en un Centro de Acopio. En el camino, en la carretera, el camión cargado de agua, se desvió. Sólo lo vimos irse, nadie pudo darse la vuelta. Se perdió y nadie sabe a dónde se fue. Y varios han hecho cosas así, con víveres y herramientas. Te entiendo. No te preocupes. Vamos a buscar en dónde más se puede conseguir algo. ¡Gracias! 

Y se fue. Gerardo regresaba entonces al arquitecto que continuaba ahí. El arquitecto explicaba de nuevo: 

 - Es que, si vamos a través de la Delegación, en Xochimilco, nos van a tener ahí esperando hasta la 1 ó 2 de la tarde, nosotros queremos llegar ya allá y empezar a trabajar. En la Delegación nos van a tener esperando...

 De nuevo, Gerardo respondía con calma: 

- Mira, como le dije a la otra persona: nosotros somos Centro de Acopio, no de distribución. No podemos dar cosas de aquí para que las lleven a otro lado. Lo siento. 

- Está bien, te entiendo, no queremos molestar. Si no se puede aquí, vamos a otro lado. 

 Había frustración y enojo en la voz del arquitecto. Pero se fue de ahí, sin insistir más. Yo seguía parado, viendo, y Gerardo me volteaba a ver, como si quisiera seguirme contando qué pasaba, o como si quisiera que ya me largara y dejara de ser una interrupción más a su trabajo. No lo sé. Pero siempre fue amable conmigo. De nuevo se volvió a mí, y comenzó a contarme. 

 - Es que no podemos entregar nada. Nos lo dieron para ayudar a estas labores. Probablemente empieces a ver en redes o en medios que el Centro de Acopio de Miramontes y las Brujas no está dando nada. Que no estamos cooperando. Pero es por esto. Tenemos mucho personal de la Marina y el Ejército que están trabajando. El Alto Mando a cargo, es de la Marina. Ellos llegaron primero, la Secretaría de Marina está muy cerca. Y por eso ellos tomaron a su cargo las labores. Desde ayer, sólo ellos están en la zona del derrumbe. ¿Tú qué necesitas saber? 

 - Qué está pasando, nada más - le dije yo - ya sabes, entre lo que vimos en las televisoras y lo que se difundió en las redes sociales, la confusión fue mucha.

 - Sí... las televisoras. - hizo una pausa, y su rostro y su voz mostraron amargura- todo eso nos ha afectado mucho. Y lo de las redes sociales, nos ha afectado un montón. De verdad. Cada quien difunde la primera información que le llega y cree que esa es toda la verdad. Pero no, las cosas aquí han sido muy complejas. 

 - ¿Pero siguen trabajando? 

 - Sí. Ellos. Marina y Ejército. Ya no estamos muy al tanto de qué labores se están haciendo, pero se sigue. También hay mucho daño en las casas de todos los vecinos. Eso no se ha visto. Por eso también estamos apoyándolos con agua y alimentos. Las cosas que claramente no necesitamos, las estamos soltando sin ningún problema. Por ejemplo, alimento para perros, nos llegaron muchísimos kilos. Ahorita aquí no hay perros que lo necesiten. Los perros entrenados para rescate no comen eso, a ellos se les ha alimentado con otros alimentos, especiales para el trabajo que hacen. Ellos no comen lo que se ha donado, su comida la traen quienes vienen con ellos. Entonces, hemos estado dando esa comida a quien nos lo ha pedido Se han llevado ya mucho de eso. Pero ha habido también mucha gente que se acerca y pide y después nos enteramos que no la llevan a ningún lado. Se la están robando. Por eso también el cuidado. 

 - ¡Gerardo! - Se acercó una muchacha- nos piden ponerle el letrero de "Vehículo Voluntario" a este coche. Trae a los expertos griegos que van a revisar la zona. 

 - Pero no van a poder entrar... es decir, yo no puedo darles la entrada. Eso lo da la policía y el ejército. 

 - No, los expertos ya están adentro. Ya pasaron, están revisando. Sólo le vamos a poner el letrero para que se puedan acercar hasta aquí en los próximos días y que permanezca aquí el coche con el chofer, en lo que los técnicos revisan. 

 - ¡Ah! ¡Ok! Entonces ponle el letrero al coche. La dama sacó un marcador para vidrios. De color blanco, de esos que parecen cera líquida para zapatos. 

 Me preguntó: 

 - ¿Eres hermano de Gerardo?

 - No, no soy su hermano - le dije riendo.  

- Pues se parecen. A ver, tú que estás alto, ayúdame a ponerle el letrero, porque yo no llego. 

 - No sabes lo que estás pidiendo, tengo la peor letra del mundo. 

 Me entregó el marcador. 

 - Señor, bendice su mano para que lo que escriba se entienda. Ya. Ándale, ahora escríbele: "Vehículo Voluntario".

 Lo intenté. Tuvimos que borrar dos veces. Quedó horrible.

 - Bueno, pues sí se lee. ¡Gracias! 

 En ese momento, otras personas, con cascos y chalecos, se habían acercado a Gerardo. Parecían estar discutiendo. Uno de ellos, le decía: 

 - Es que el Centro de Acopio no es sólo para el colegio. Necesitamos llevarnos cosas a Morelos, allá lo necesitan más. Tienes aquí palas, herramienta que les donaron, que allá hace falta. No son tuyos. No son del Colegio. Son de los ciudadanos. Entréguennos una parte. 

Gerardo, de nuevo, respondía: 

 - Es que no sólo es el Colegio. Es toda la zona. A nosotros nos entregaron esto para ayudar en esta zona. Ayer llevamos cosas a los derrumbes que están por aquí en Coapa. Sí se está ayudando.

 El otro, vehemente, replicaba: 

 - ¡Pero la gente de Coapa no puede compararse con la gente de un poblado de Morelos! ¡El nivel económico es muy distinto! ¡Allá se necesita más! Las cosas no son tuyas. ¡No hagan pequeños cotos de poder! 

 Gerardo intentaba guardar la calma. En realidad, no tenía voz para elevarla como el otro. Juntaba las manos como orando y acompañaba con ellas su discurso. 

 - Pero es que este es centro de acopio. La gente llegó a dejarlo aquí, para ayudar a esta zona. ¡Los trabajos van a seguir por muchos días! Y los vecinos también necesitan apoyo. 

 - ¡Pero allá se necesita también! Si acá se les termina, pueden volver a pedir ayuda... 

 Varios ya rodeaban a Gerardo. Otros de los voluntarios que estaban con él, también se acercaban. Uno de ellos, que medio vio lo que estaba platicando yo con Gerardo, se me acercó, y con mucha amabilidad, me dijo:

 - Oye, ¿terminaste de hablar con Gerardo? Si quieres, yo te ayudo, tú dime qué necesitas, o qué quieres saber, ¿te podemos ayudar en algo? 

 - Nada. En verdad, nada. Quisiera ayudar, preguntar y saber muchas cosas, pero sólo les estoy estorbando, ustedes tienen cosas más importantes que hacer y qué discutir. Yo ya me voy. ¡Gracias! 

 Y me fui. No pude quedarme ahí, con mi cara de imbécil y mi saquito y pantalón de mezclilla de burócrata en viernes. No estaba ayudando en nada. Ya habían pasado 40 minutos desde que llegué y pregunté. No averigüé mucho. Pero lo que vi, me dejó pensando. Con más preguntas de las que tenía en el momento en el que llegué.

 De verdad, no me atrevería a decir quién tenía razón y quién no, en la discusión que se estaba dando cuando yo me alejé del lugar. En mi opinión, ambos tenían posturas muy válidas, y la desesperación y cansancio en ambos lados de esa discusión, era patente. ¿Existe algún criterio definido para situaciones así? ¿Lo conocemos? ¿Lo conoce alguien? Muchos podrán decirme que "el sentido común dice que..." pero, de verdad, creo que no hay un "sentido común" en todo esto. Los civiles que están apoyando en este tipo de labores, llegaron a ellas con el corazón y la entrega de quien se avienta al desastre tratando de ayudar. Algunos de ellos, han ido tomando "puestos" o posiciones -probablemente no solicitadas- que los obligan a tomar decisiones. ¿Bajo qué criterios? Los que ellos creen correctos. Exigirles o demandarles actuar de un modo o de otro, sería injusto, creo yo. Lo que yo vi, lo dejo aquí para reflexionar sobre lo que nos está pasando. 

Somos entregados, somos desprendidos como sociedad. Nos volcamos y ayudamos como podemos. Tal vez nos falta seguir aprendiendo cómo hacer que esta ayuda no se convierta en un problema. Hay que saber que esto es tan sólo el inicio de un largo camino. La ayuda se va a requerir por meses. El número de personas cuyos hogares quedaron inhabitables, es muy grande. Todas ellas requerirán una ayuda que no podemos permitir que se agote en una semana o dos. Su necesidad no termina ahí. 

 Creo que la primera gran prueba de todo ello, la tendremos el lunes próximo. El lunes 25 de septiembre regresaremos 'oficialmente' a una vida normal que no será normal. Porque seguirá habiendo personas atrapadas y personas sin casa. Pero todos regresaremos a ese día a día citadino que requiere llevar hijos a la escuela, llegar a trabajos y lidiar con muchas cosas que, en el mejor de los casos, no incluirán la muerte de un familiar, la pérdida de un hogar o estar atrapados bajo los escombros. Seremos los mismos de siempre, y escucharemos las noticias dos veces al día, para saber "cómo va todo". Yo espero que no se nos haya acabado, para entonces, el combustible de la ayuda. 

 También entendí que la buena voluntad también se tropieza. La buena voluntad también comete errores. La buena voluntad también necesita ayuda, de quien sepa o de quien crea saber, para actuar correctamente. Dicen que no solamente es malo el mal, también puede ser malo el bien mal hecho. Tal vez sea cierto. Exigir o suponer que la zona a la que yo quiero ayudar es más importante o requiere más que otra, es algo que, en verdad, yo no sabría definir. 

Si alguien tiene respuesta a estas preguntas, por favor, no me las digan a mí. Vayan y díganlas en donde hace falta. En donde hay personas con la mejor voluntad del mundo, discutiendo para llevarse o no dejar que se lleven herramienta y víveres. 

 Otra cosa: es importantísimo donar. Pero también es importante comenzar a ver y a cuestionar a quién se le está donando qué y para qué. Vigilen, pregunten, traten de saber que lo que están donando no va a acabar en las manos de alguien que lo va a aprovechar para su beneficio. En pequeño, o en grande. Es frustrante pensar que lo que los ciudadanos están dando vaya a terminar en manos de un cabrón sonriente que días después lo repartirá asegurándose de que haya cientos de fotos de cada apoyo entregado, y con ello limpie su imagen y conciencia de gobernante o político incapaz. Creamos en las instituciones, pero también sepamos cuestionar y señalar cuando esas instituciones se estén aprovechando de lo que estamos dando.  

Y ya. Es todo lo que se me ocurre decir esta tarde. No sé. No puedo decir mucho más. Sólo agradecer el estar bien y sin pérdidas de vidas ni bienes materiales. 

El temblor fue fuerte, muy fuerte. Demostrar que nosotros somos más fuertes que eso, es el reto. Si nos destruyó la Ciudad, no puede destruir nuestra confianza entre nosotros. 

Seamos listos para tratar de no dar ayuda a ladrones, de cuello blanco y de cualquier otro cuello. En verdad, me parece igual de despreciable el político que el ciudadano de escasos recursos que se roba algo en una situación como esta. En ninguno de los dos casos, se vale. 

 En fin. Dejo aquí este desahogo. Gracias por leerlo.

Sunday, December 25, 2016

Feliz Navidad, Twitter.

Feliz Navidad. A todas y a todos. Porque somos letras que comparten espacio y pensamiento. Porque somos convivencia y abrazo. Porque somos tiempo propio en tiempos de otros. Porque habitamos horizontes distantes y aún así sabemos ser eco de palabras e ideas, del cercano y el lejano, del tonto y el listo, del feliz y el amargado. Somos una porción de la raza humana buscando encontrarse o perderse. Somos lo que habíamos sido siempre y nadie había sido nunca. Somos el poder de la palabra y el conformismo de la inacción. Somos crítica y alabanza, ingenio y estupidez. Somos red. Somos cardumen. Somos 'red social', sea lo que sea que eso signifique. Somos Twitter. Cada vez lo somos menos. Cada vez lo controlan más. Pero, aún, lo somos. Somos Twitter, el abrazo humano más enorme de la historia, o la mayor parodia de la comunicación en todo el universo.


Feliz Navidad.

Thursday, June 02, 2016

No meta su Trumpa donde no lo llaman...

Sí. Esta entrada trata sobre Donald Trump. Es bueno tirarle a Donald Trump, ¿no? Es un blanco fácil. Y con "blanco fácil" no me refiero a su pálido tono de piel y a su posible inclinación a ceder ante los encantos de una dama o algo así. En realidad me refiero a... bueno. Es fácil de criticar. 

Personalmente, llevo varios años pensando que Donald Trump es uno de los personajes más sobredimensionados de la sociedad norteamericana, un patán cuya ignorancia supera por mucho a su riqueza. Lo catalogo en un nivel intelectual cuatro o cinco escalones por debajo de Kim Kardashian, Kanye West o Paris Hilton. Es como un Mr. Bean, pero aún más carente de gracia. Alguien que encarna perfectamente los conceptos de "redneck" o "hillbilly", pero forrado con millones de dólares.

En fin.

Cuando Trump inició su carrera hacia la candidatura republicana por la presidencia de los Estados Unidos, me dije mil veces que no pasaría de ser el nuevo Ross Perot: un espontáneo de la política, un arrimado del poder, un limosnero de atención, un oportunista del reflector y una pésima broma. Supuse a la sociedad norteamericana muy por encima de lo que, en mi opinión, encarna Trump. Tristemente, me equivoqué.

Es extremadamente fácil hablar pestes de Trump. Y, sí, al igual que a ustedes, a mí me encanta cuando exhiben su ignorancia, su esquizofrénica visión del mundo, su arrogancia y su ineptitud en tantos aspectos que es imposible llevarle la cuenta. Sí, me encanta que hagan eso. En su país.

¿A qué voy con todo esto? A que desde que su proyecto de candidatura comenzó a fortalecerse y crecer a pasos agigantados, comenzó a cundir la alarma. En distintos rincones de internet, esa gran ventana -o lo que creemos que es la gran ventana- del mundo, comenzaron a surgir toda clase de expresiones de preocupación acerca de la posible candidatura de un mandril de esa calaña como contendiente a un puesto que le permitiría conducir los destinos del que aún se supone como el país más poderoso del mundo. Si en todo el mundo ha ocurrido, muy lógico es que en México ocurra también, en especial cuando sus primeros discursos de campaña estuvieron plagados de denostaciones hacia nuestro país y nuestra gente.

En serio, a mí también me caga Trump. 

Y sin embargo...

Sin embargo, me preocupa la reacción que algunos políticos de nuestro país tuvieron a bien expresar de las más diversas formas, con respecto a la persona y proyectos del Sr. Trump.

Desde hashtags de Twitter hasta spots radiofónicos y televisivos, han sido utilizados para manifestar un rechazo frontal a todo lo que Trump significa. Es más... la designación del último embajador de México en Estados Unidos fue anunciada a ocho columnas como un modo de "darle batalla a Trump". No estoy en desacuerdo en estar en desacuerdo con él, pero... ¿será la mejor estrategia si en realidad se le quiere hacer daño?

Yo me pregunto lo siguiente: si el mismo fenómeno ocurriese, pero de allá para acá... ¿qué pensaríamos los mexicanos? Supongamos que en el año 2018, en plena campaña para la elección presidencial mexicana, un grupo de legisladores norteamericanos inician una campaña directa y decididamente en contra de algún candidato verborréico y con visibles trazas de desequilibrio mental. No se me ocurre ninguno, pero tomemos como ejemplo a El Peje, así como al azar. ¿Cuál sería la primerísima reacción de tan ilustre personaje a cualquier crítica venida del extranjero? La alegría incontenible, por supuesto. Sus discursos se verían plagados de referencias a tan notable hecho: 

"Ej que noj tienen miedo...

"Ojserveng cómo la ultraderecha de loj vejinoj del Norte también opera con loj poderej fácticoj para mantener jometido a ejte paíj..."

"Ji hablang, ej por que no lej convenimoj, no lej conviene el proyecto de un Méhico fuerte, valerojo, que loj confronte, que muejtre una opojijióng digna al imperialijmo..."

¿Le sigo? Y lo peor no es el discurso, sino la gran cantidad de personas dispuestas a tragarse algo así. A enaltecer a cualquiera que traten de envilecer nuestros 'enemigos'. Cualquiera que no les convenga a ellos, nos conviene a nosotros, ¿no?

Las conclusiones facilotas le encantan a muchos, al Norte y al Sur del Río Bravo.

Pensando en esto, ¿en la cabeza de quién cabe que eso no puede ocurrir también allá? ¿Su visión es tan corta que no pueden intuir que todo embate venido de fuera le sonará a una buena parte del pueblo estadounidense como un intento de países parásitos (nosotros) para continuar recibiendo 'apoyos' de su gobierno y enviando 'invasores' a sus tierras?

Concluyamos. Me queda claro que, esas bravatas trumpeteras que algunos de nuestros políticos han echado a andar no tienen, ni por asomo, la intención de tener un impacto real en lo que ocurra en la campaña presidencial estadounidense. En realidad, es un modo fácil de venderse como 'machito de barrio'. Es tirarle al de afuera para ganarse al de adentro. No es que supongan que una campaña contestataria a las descalificaciones de Trump vaya influir en las elecciones de noviembre de 2016. Desean creer que va influir en las elecciones de julio de 2018.  

Pero... de verdad, deberían pensar en el impacto que también puede tener hacia afuera ese tipo de acciones. Si en realidad logran hacerse oír de aquel lado, al final estarán reforzando la campaña de alguien a quien algunos consideramos un riesgo latente para el entorno geopolítico mundial. Los votos que ganen aquí, no valen algo así, en serio.

Además, sería bueno recordar aquel artículo que se publicó hace poco en el New York times, y cuya traducción publiqué en este mismo blog: http://elpeaton.blogspot.mx/2016/04/el-problema-de-autopercepcion-en-mexico.html En pocas palabras, la autora de dicho artículo decía algo parecido a esto: "México anda inventándose demonios externos, cuando los peores que tiene se encuentran adentro."

Valdría la pena pensarlo, para saber en donde meter la nariz, y en donde no. 

Wednesday, June 01, 2016

RETO BLOG: JUNIO 2016.

Entrada rápida. Casi tramposa, diría yo. Sí, se me fue el día sin hacer una entrada decente para este blog, que si no es por retos como el Retoblog, seguiría languideciendo por desidia de su supuesto creador.

Por eso, agradezco mucho la invitación de Gonzalo (@gjsuap, en Twitter, para quien lea este blog en el Siglo XXIV y no tenga idea de las referencias o el contexto) a participar nuevamente en este ejercicio de bloggerismo. De algún modo inexplicable, no pierde la fe en mí, y miren que tiene sobradísimas razones para hacerlo. Eso, se agradece de verdad.

Saludo y agradezco profundamente el compartir este mes de bloggerismo con carácter de consuetudinario, a quienes participan también en este reto, y los menciono por su blog y no por su nombre, ya que en esta ocasión, se trata de eso: de esas letras que flotan en rincones de internet, y a las que llamamos nuestras. De hecho, no los conozco a todos, pero ya los iré conociendo. Mi privilegio, ser vecino de sus letras este mes, y mi agradecimiento por ello. Sus blogs son:

http://an-average-mind.blogspot.mx/

https://betorodriguez.me/

http://gjsuap.com/

http://hectordelvalle.blogspot.mx/

http://jazzminaz.blogspot.mx/

https://pokzybo.wordpress.com/

https://manemaze.wordpress.com/

https://monoaureo.com/

http://www.pulsodigital.net/

http://toctocvalles.blogspot.mx/

http://unamujercomotodas.com/

Y ya. Bienvenidos a este Retoblog. Aquí seguiremos.

Tuesday, April 26, 2016

El Problema de Autopercepción en México.

Dado a que el artículo causó algo de revuelo el día de hoy por la mañana, me permito dejar aquí una traducción libre del mismo.

Se trata de "Mexico’s Self-Image Problem", artículo escrito por Ginger Thompson, y publicado en el New York Times.

Aquí, el vínculo al artículo original:


http://www.nytimes.com/2016/04/26/opinion/mexicos-self-image-problem.html


Y aquí, la traducción de su servidor. No sé si estoy de acuerdo con todo lo que en él se dice, ni cómo se dice. Lo que sé es que un punto de vista distinto puede ayudarnos a ampliar una visión que, por muchos momentos, nos ahoga y enceguece.

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El Problema de Autopercepción en México.


DURANTE mis muchos años como corresponsal en México, algunos de mis mejores reportajes tuvieron lugar alrededor de las mesas en las que cenaba. Así que, en un viaje reciente en el que regresé, cené con un buen rango de antiguos contactos, para actualizarme en el cómo está manejando México sus retos de mayor presión, como la masacre de estudiantes en el Sur del país durante 2014, que conmocionó al mundo y encendió protestas a lo largo de todo el territorio.

Pero, de lo único de lo que todos querían hablar, era de Donald Trump.

Mis compañeros de cena no estaban solos en su fijación. Cerca de una semana después, el gobierno mexicano anunció que pondría en movimiento a sus cuerpos diplomáticos para responder la retórica anti-México que emanaba de la campaña de Trump, la cual –declaró un funcionario al Washington Post- amenazaba con ‘dañar la imagen de México en los Estados Unidos’.

El domingo, de cualquier modo, México mostró que el daño más profundo a la imagen del país, es autoinflingido.

Un panel de investigadores independientes publicó su reporte final sobre la masacre en el estado de Guerrero, que dejó a 43 estudiantes de una escuela para maestros rurales en Ayotzinapa como desaparecidos y, presumiblemente, muertos. Sus hallazgos fueron devastadores.

El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), cuyo trabajo ha conducido al enjuiciamiento de militares colombianos de alto nivel, a un dictador guatemalteco y a compañías petroleras norteamericanas, no sólo aportó la más escalofriante reseña de lo que los estudiantes sufrieron durante aquella noche en septiembre de 2014, sino que también mostró que el gobierno mexicano ha, por decir lo menos, conducido mal la investigación, y muy posiblemente ha intentado el encubrimiento.

Como fue reportado por el New York Times, el panel describió una noche “de confusión y terror”, con oficiales de la policía utilizando los sistemas de comunicación oficiales para monitorear una caravana de autobuses llena con estudiantes. Uno de los choferes de estos autobuses recordó a los oficiales apuntando su arma a los estudiantes, diciendo “los vamos a matar a todos”.

Una de las teorías del grupo fue que los estudiantes, sin saberlo, habían abordado un autobús lleno con heroína de traficantes de droga. Para ayudar a los traficantes a recuperar su droga, las autoridades apostaron bloqueos en carreteras para interceptar a los autobuses, y después les dispararon.

Los miembros del panel expresaron su profunda frustración de ser incapaces de llegar al fondo de esta hipótesis, y otras, por la secrecía y tardanza de las autoridades mexicanas. También acusaron al gobierno de permanecer sospechosamente callado durante una maliciosa campaña en medios que buscaba desacreditar el trabajo del grupo.

Los funcionarios parecen estar más preocupados con las rastreras declaraciones del Sr. Trump acerca de su país y su gente, entre ellas, el referirse a los mexicanos como ‘violadores’. Estas son, por supuesto, infundadas y ofensivas. Pero ¿cómo puede mejorar realmente la imagen de México si sus líderes fallan en demostrar algún nivel de compromiso para acabar con los abusos e impunidad que importan más a su propia gente?

Después de la publicación del reporte, la condena se derramó con abundancia. “Si así es como México investiga los casos de alto perfil, imaginen lo que ocurre cuando nadie ve”, escribió Eric Witte, un ex consejero, al presidente de la Corte Penal Internacional. Erika Guevara-Rosas, la directora de Amnestía Internacional para las Américas, dijo a The Associated Press, “Parece no haber límites a la determinación absoulta del gobierno mexicano para esconder la tragedia de Ayotzinapa bajo la alfombra.”

Los académicos, abogados y otros mexicanos con quienes conversé recientemente, se sorprendieron de lo mucho que la imagen del presidente Enrique Peña Nieto ha decaído en sólo 2 años, cuando era aclamado en la portada de la revista Time como el salvador de su país.

Presentándose a sí mismo como una nueva clase de político mexicano, el Sr. Peña Nieto se enfocó en promover reformas económicas y descuidó los asuntos de seguridad – como las decenas de miles de personas que han sido asesinadas o desaparecidas como parte de la lucha del país contra los traficantes de drogas- que definieron la agenda de su predecesor. Respondió al amplio reclamo sobre la masacre de los estudiantes accediendo a invitar al panel de expertos independientes a revisar el caso, una maniobra sin precedentes en México. Pero una vez que quedó claro que el panel no serviría como comparsa, una campaña de desprestigio cuidadosamente calibrada dio inicio, y la petición del panel para contar con más tiempo para concluir su trabajo fue negada.

Lo que obtuve de las conversaciones con los mexicanos con los que hablé –quienes son en su mayoría personas que viven en ciudades, no en comunidades rurales- fue cinismo acerca de la idea de que las cosas pueden mejorar, y una exhaustiva relación de historias de abuso y corrupción. La campaña del Sr. Trump, por otro lado, podría ser menos relevante, pero oprime los botones nacionalistas mexicanos. Los mexicanos son enseñados desde la primaria a ser desconfiados del tío Sam. Es muy fácil tomar la retórica del Sr. Trump como un ataque personal, y exigirle al gobierno hacer algo al respecto.

El Sr. Trump está siendo, en parte, usado por el gobierno como una distracción. Es más simple enfocarse en los demonios extranjeros, que en los internos, particularmente cuando el extranjero derrama las actitudes racistas que –sospechan- muchos norteamericanos comparten. “Siempre ha sido más fácil para el gobierno mexicano unir a la gente en torno a preocupaciones sobre intervenciones externas, que en torno al duro trabajo que necesita hacerse para reformar el país”, dijo Andrew Selee, un académico del Centro Woodrow Wilson.


Esa dinámica tiene un papel más notable en los medios, que dependen de los cientos de millones de dólares que el gobierno invierte en anunciarse. Un día después de que el panel anunció su reporte, uno de los diarios principales de México, El Universal, publicó la historia al final de la primera plana. A ocho columnas, estaba una entrevista con el nuevo embajador de México en Washington, describiendo sus planes para responderle al Sr. Trump. El encabezado decía: “Sada: no será México punching bag de EU

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Monday, February 29, 2016

LOS PRIVILEGIOS

En días recientes, los medios de nuestro país han difundido declaraciones de diversos personajes que, si bien han dicho cosas que parecen tener la mejor intención de inspirar un ánimo trabajador y de superación entre quienes les escuchen, han causado malestar por la falta de de sensibilidad que se percibe al venir de personas que viven en un entorno mucho más favorecido que el de la gran mayoría de la población. No existe, en sí mismo, algo condenable en conminar a todo mexicano a trabajar más para superarse, sin embargo... el hacerlo de un modo poco cuidadoso y sin pensar, suele tener el efecto contrario. Esto ha ido desde el "Chínguenle más" hasta el "Me la pelas" o el "A mí nadie me ha regalado nada". ¿Qué hay en común en los personajes que pronunciaron esas frases? Tal vez no mucho. Sin embargo, son desplantes que nos hablan de quien se ha desarrollado en un entorno privilegiado, y que de pronto parece olvidar que ese entorno no es el mismo para todos en este país. 


Sin tener la intención de ir más allá de provocar una reflexión personal, me permití traducir un cómic que hizo Toby Morris, caricaturista Neo Zelandés. Este cómic, en específico, fue publicado en mayo de 2015, y tuvo un gran impacto, pues muchas personas encontraron en él un mensaje importante. Habla, simplemente, de eso: los privilegios. Y, también, de lo fácil que es olvidarnos cuando hemos nacido y crecido inmersos en ellos. 



Aclaro que hice la traducción más literal posible, incluidos los nombres. Si alguno de los nombres  que aparecen mencionados en el cómic les parece una alusión a alguno de los personajes que pronunció las frases con las que abrí esta entrada, no es intencional, sino real y totalmente casual.



Para otorgar el debido crédito a la fuente original, y permitir a ustedes corroborar la versión en inglés, dejo el enlace, esperando que vean no sólo ese cómic, sino el resto de ellos, ya que me parece que es un caricaturista magnífico. De manera simple y clara aborda problemas, locales o generales, que nos llevan a hacer eso que a veces olvidamos hacer: pensar.



Cómic original:


Página de Toby Morris:

Y, sin más que decir, los dejo con el material en cuestión: