Monday, December 19, 2011

MIS SILENCIOS

Mis silencios suenan a nostalgias, de tiempos perdidos, de reencuentros sin llegada, de caminos hoy cubiertos por esa bruma que se va pareciendo al olvido.

Mis silencios suenan a deseos que convidan a no escapar de su embrujo y que sobreviven a fuerza de no tener cabida en esto a lo que llamamos "realidad".

Mis silencios suenan a llantos pequeños, que se hacen por segundos, cuando se cruza una imagen, cuando la memoria tropieza y derrama, sin quererlo, un poco de eso que teníamos guardado.

Mis silencios suenan a lo que suena un espejo, devolviéndome la imagen de lo que soy, de lo que no he sido, de lo que ya no seré.

Mis silencios van conviviendo conmigo, sonando a consejo, sonando a memoria,
sonando un poco a todo lo que
-a ratos-
escribo.

Wednesday, December 14, 2011

GINGER


Ginger provino de un asteroide cuyo nombre desconocemos. Dije "provino". No "nació en". Simplemente provino de allá.

Llegó aquí desnuda, como debe de llegar todo viajero que viene de lejos. Cualquiera que viaje largamente llevando consigo algo más que los párpados, está cargando demasiado. Incluso éstos, los párpados, podrían dejarse y mandarlos a traer después con algún ave de rapiña, si acaso fuesen demasiado pesados; pero es recomendable llevarlos porque son buenos para guardar la luz dentro del ojo y continuar bebiéndola por un rato aún cuando ya se ha ido. Bebernos la luz es algo que con frecuencia olvidamos hacer aquí en la Tierra.

Decíamos, pues, que Ginger viajó.

Ella no visitó reyes, ni vanidosos, ni bebedores, ni hombres de negocios, ni faroleros, ni geógrafos, en su camino del asteroide a la Tierra. Eso ya lo había hecho antes alguien más pequeño y más grande. El aterrizaje en la Tierra fue, como lo es para cualquiera, algo rudo, y por el golpe se le deformó un poco la tristeza. Pero fuera de eso podríamos considerar su viaje como bastante tranquilo y placentero.

Llegó y se quedó a vivir con una familia que también venía de lejos, aunque en realidad sólo habían viajado dentro del mismo planeta. Sin embargo, las distancias dentro de este planeta nuestro, por alguna extraña razón, suelen ser mucho mayores que las que hay en el espacio. Ginger los quería profundamente; aunque a ella, a veces, le parecían bastante marcianos, a pesar de ser sólo terrícolas. Cosa rara, dado lo simples que solemos ser.

Y Ginger se volvió, así, un animal terrestre.

...


Capturar la luz. Esa fue una de las cosas más importantes que aprendió Ginger al llegar a la Tierra. Como ya antes dijimos, ella sabía ya cómo beberse la luz dentro de los párpados, sin apuros, lentamente, asumiendo por completo las consecuencias de tragarla, que no son pocas. Pero esto es sólo un acto que todo ser sintiente debe realizar de manera recurrente. No dije "ser sensible" ni "ser sensitivo", simplemente "sintiente", aunque Word se empeñe en corregirme. Ser alguien que sólo es "pensante" nunca será lo mismo. Pero volvamos al tema, y digamos que lo siguiente que aprendió a hacer Ginger fue a capturar la luz, más allá de sólo beberla. Películas, cámaras, flashes y esas cosas se le volvieron accesorios habituales en la vida. Ginger se sorprendía muchas veces del poco aprecio que muestran los humanos ante el milagro de capturar la luz ¡los pobres solían verlo como un hobby y no como un destino! Después llegó la era digital, que le permitió a Ginger ejercer divertimientos de luz a un costo más reducido. Siempre es bueno tener en cuenta los costos, aún cuando se trate de esa inexistencia conocida como "dinero".

Y Ginger se divertía.

Se sacaba fotos desnuda porque así podía recordar cómo llegó aquí. Casi siempre (no siempre) es bueno recordar el cómo llegó uno al lugar donde se encuentra. Y con "el cómo" me refiero no sólo al medio, sino a la condición en la que uno llegó. La llegología es casi tan importante como la teleología o la escatología, y francamente preferible.

Pero su experiencia en la captura de luz no terminó ahí. Muy pronto descubrió el cine, que no es la captura de la luz en movimiento, sino el movimiento que logra, por momentos, capturar a la luz. Algunos lo consideran sólo un efecto visual logrado por la dificultad del ojo humano para captar el rápido cambio de los fotogramas en un rollo cinematográfico proyectado en medio de la oscuridad. Pero no es tan simple, ni tampoco tan complejo, como lo es un mero efecto visual.

El cine provocaba en Ginger lo que debiera provocar en todos: adicción. Sentarse en un cuarto oscuro en medio de desconocidos debería ser considerado algo bastante perverso, casi parecido a una orgía. Nada más haría falta estar desnudos, que es un detalle menor. Y entonces, sólo cuando a la sala se le vierte bastante oscuridad y se agrega algo de silencio hasta llenarla por completo... comienza a fluir la luz. Pero no es la luz que sale del proyector mientras pasan fotos y fotos delante de un foco de gran intensidad. No. Es la luz que va liberando el movimiento de la pantalla al ser impactada por cada fotograma. A este movimiento luminorreico se le añaden matices y contrastes provocados por la respiración de los presentes, las lágrimas cayendo, las carcajadas feas de las señoras gordas, los orgasmos y humedades de los amantes que no ven la película, pero que la sienten como cómplice de su arrebato. Es el movimiento de la actriz que se llevó algo de luz entre los dedos y ahora la deja caer sobre un presunto asesino. Es el movimiento casi imperceptible del aire que expulsó el director al decir "acción", dirigiendo su voz al set. Sí, lo editan, pero algo queda e influye.

Una película jamás es igual, ya que depende mucho de ante quién, en dónde y a qué hora se proyecta. Como el gato de Schröedinger, lo observado es modificado por el observador, de una manera que podríamos calificar casi como irremediable y, sin duda, muy hermosa. Es siempre la creación de un entorno que no se guarda nada y libera casi todo. El celuloide nos viene gritando muchas cosas, aún desde que era mudo.

Y eso a Ginger la fascinó.

El cine le creó y re-creó el mundo tantas veces, que se le alació un poco la pasión que solía crecerle por encima del cuello. Ahora, hay que decir que su condición de extraterrestre (ahora terrestre) le provocaba -entre curiosidades como la imposibilidad de tomar café o darse el enorme placer de adquirir un gran cáncer en pleno pulmón a través del cigarro-, un efecto extraño directamente ligado al séptimo arte (que ni es el séptimo ni es solamente arte): Ginger amanecía empapada de cine.

No siempre y no con cada película. Solía ocurrir cuando se sometía a sesiones de cine demasiado intensas y prolongadas. Se dio cuenta de esta condición una mañana, después de pasar la tarde y parte de la noche anterior viendo 3 ó 4 películas de acción hollywoodense (aunque el cine de "la meca del cine" nunca la convenció demasiado, a veces lo veía porque siempre es un buen vehículo para vaciar el cerebro) y amaneció cubierta de un intenso, verdaderamente intenso olor a pólvora. Varios fragmentos de automóviles muy caros destrozados por choques y explosiones, que le rodeaban entre las sábanas aquella mañana, le dieron la pista de que todo era producto de las películas que había estado viendo la tarde anterior. Durante el día no encontró a nadie que no le dijera, aunque fuera cortés y amablemente, lo mucho que olía a pólvora, lo cual la convenció de que no todo eran alucinaciones suyas.

A partir de entonces procuró cuidarse un poco más de lo que veía y de la cantidad de películas que presenciaba en una sola tarde o noche. Moderó de manera especial sus sesiones de cine gore y cine porno. La idea de amanecer cubierta de litros y litros de sangre -por el gore-, o de cualquier otro fluído -por el porno-, no le atraía demasiado. Sin embargo, alguna vez le dio por experimentar con algunos otros géneros o haciendo combinaciones tutti-frutti para ver qué era lo que le ocurría al día siguiente. Sus resultados fueron varios, que iban de lo divertido a lo terrible. Lo que obtuvo de estos experimentos, lo guardó para ella sola y únicamente sabemos que una vez amaneció con la almohada empapada en lágrimas después de ver mucho cine francés.

Sólo en una ocasión vomitó cine, pero fue por que era cine hindú y esos sí que producen demasiadas películas.

Una mañana, sin previo aviso, amaneció cubierta de frío y oliendo a algo diferente. Y no, no olía al hombre que se había vaciado una y otra vez encima de ella, dentro de ella, por culpa de ella, la noche anterior, tragándola, mimándola, azotándola, explorándola y arrancándole el aire. Porque a veces Ginger, como todos, amaba, y amaba como nadie. Pero no olía a él, que se había ido ya. Olía a algo más, y el día anterior no había ido a ningún cine.

Después de un rato, sentada desnuda en la cama, entendió que estaba oliendo a despedida.

Estaba empapada de adioses sin hasta luegos.

Y fue entonces cuando supo que tenía que viajar a la Luna. No era un destino fatal sino un dulce abandono, el que había descubierto en ese olor. El viaje era, pues, inevitable. Pero ahora desconocía cómo había llegado del asteroide hasta aquí. No dije "no recordaba cómo" ni "había olvidado de qué forma", simplemente desconocía la manera exacta en la que había iniciado su viaje a la Tierra.

La Luna, eso sí lo sabía, era ahora su destino.

Pensó que el hecho de empaparse de cine le ayudaría a poder iniciar su viaje. Pero no son muchas las películas dedicadas a la Luna, y el hecho de que siempre aparezcan otras cosas relativas a la trama y no solamente la Luna, las hacía peligrosas, ya que Ginger no podía saber si amanecería cubierta con un traje espacial con letreros de "NASA" por todos lados, o acompañada de alguna bicicleta en la cama, como la que usara el pobre y patético E.T. hace ya más de 20 años. Eso sí, nadie puede negar que él E.T- y Elliot, pasaron bien enfrente de la luna llena llena (estaba "llena llena", no sólo "llena", aunque Word se empeñe en corregirme). Sin embargo, ningún extraterrestre cinematográfico era en verdad confiable, ya que muy pocos han sido reales.

Dejó a un lado el cine de fantasía y ciencia ficción, e intentó ver por varias horas seguidas somníferos documentales de National Geographic y Discovery Channel, acerca de la Luna. Sabía que ver películas en casa nunca le traía el mismo efecto que verlas en el cine. Sin embargo, descubrió que en casa podía lograr resultados parecidos aumentando el tiempo de exposición, y ello le ayudó a encontrar uno que otro dato interesante.

Desgraciadamente, a lo más que llegó fue a despertar cubierta de un polvo gris muy ligero que permanecía flotando por horas en su habitación cuando ella lo sacudía de su ropa, su cama y su piel. Una vez logró despertar abrazando una roca que parecía ser de la luna, pero no podía estar segura de que era, efectivamente, selenita. Y no volvió a repetir el método que la hizo despertar abrazando a la roca, gris y fría. A casi ningún humano, ni a ningún extraterrestre, le gusta despertar abrazando algo que carece de tibieza.

Un tanto desencantada por lo poco que había avanzado en su intento de partir, trató de leer un poco. Datos sobre la Luna, datos sobre cohetes, informes de las condiciones de enrolamiento en la NASA, la ESA, la AQUELLA y otras agencias espaciales de países tercermundistas que prometían mucho en el futuro, pero que por el momento sólo ofrecían sacar satélites artificiales a una órbita cercana, o vendían bonitas acuarelas de soles y saturnos.


...


Y entonces, casi por accidente, tropezó con la poesía. No sabemos con cuál de tantos idiotas que han escrito sobre la Luna se topó Ginger, pero sabemos que en ese momento encontró la respuesta. La poesía le iba a dar el vehículo ideal para su viaje.

Y no, no era que leyendo mucha poesía amaneciera empapada de ella, ya que eso no le ocurría a los extraterrestres de su clase. Pero ella entendió lo que tenía que hacer, y se puso a trabajar en ello. Primero, claro, tenía que conseguir algo de dinero. Esto suele ser, como ya lo dije o aún si no lo he dicho, un mal necesario en la Tierra. Sin embargo Ginger contaba con el bonito e infantil don de poder hablar con los animales. Y no, no con palabras sino, ahora sí como ya lo dije, como lo hacen lo niños: tocando, temiendo, abrazando y curando a los animales a base de palabras y alimentos que se les dan directamente en el hocico. Nadie abraza a un perro como lo hace un niño, ni nadie se emociona de ver como las palomas comen de su mano como lo hace una niña pequeña. Y así empezó a hablarles Ginger a diversos animales. Sabía que había gente que le pagaría por ello, haciendo sentir mejor a animalitos que estúpidamente consideraban suyos. La idea de poseer algo vivo es una de las más antiguas y graves taras del ser humano. Algunos, más tontamente aún, le llamarían "Médica Veterinaria Zootecnista" en un afán de titular lo intitulable (aunque Word se empeñe en corregirme).

Y una vez que tuvo dinero, se puso a conseguir libros, algunos comprados, otros prestados en bibliotecas o con amigos, aunque siga siendo un delito prestar un libro. Y comenzó a filmar páginas de poesía, con una cámara que rentó buscando en la Sección Amarilla. O en algún directorio de cine, de esos como "El ½" o algún otro. Y así, encontraba algún poema sobre la Luna, y lo filmaba. Después otro, sobre el amor y el olvido, y también lo filmaba. Capturó de igual forma, en su rollo cinematográfico, 2 ó 3 capítulos de un libro llamado "La importancia histórica del consenso verbal en el Derecho escrito", por si necesitaba dormir durante el viaje. Pero casi no incluyó nada que no fuera poesía: Luis de Camoens, Pessoa, Byron, Kipling, Lope de Vega, Neruda, Sabines, Sabina, Mistral, Borges, Rimbaud, Altazor, Baudelaire, Quevedo, García Lorca, Serrat, Cerruto, Girondo, Schiller, Paz, Huerta, Sor Juana, Tagore, Alighieri, Ibn Hazm, De la mora de la peña, Benedetti todos ellos y otros más desfilaron ante su lente. También filmó a una pareja ancianos que se besaban como si no tuvieran la muerte a sus espaldas. Y también, a un niño muy pequeño que cortaba una flor

La técnica era, eso sí, depurada, exacta, metódica. Teniendo en cuenta que cada segundo pasan 24 fotogramas, calculaba el tiempo que debería filmar cada poema y cada texto, y contaba los fotogramas que tenía disponibles en el rollo. Calculaba bien para evitar tener que hacer ediciones posteriores o cortes que dificultaran la lectura. Al final, tuvo la película más hermosa que se haya hecho en la Tierra para viajar a la Luna. Tal vez no se hayan hecho muchas, pero esta era, sin duda, la más hermosa. Cada poema podía ser leído a buen tiempo, sin aburrirse en una página, sin tener que apresurarse como rezando un rosario en alguna otra. Cada una tenía su tiempo, y había tenido mucho cuidado de grabar en sonido THX aquellos poemas en los que había necesidad de cambiar la página. Casi siempre subestimamos la incomparable importancia que tiene el escuchar el cambio de página en un libro, lo sensual que resulta ese sonido, que no es otra cosa que una promesa de que lo bueno y lo malo continúa, expresada en el más puro lenguaje literario, y literal.

La postproducción fue mínima, y sólo incluyó el revelado y el pegado de los tres rollos y medio, en uno solo. Esto lo hizo en un estudio profesional, ya que hay cosas que es bueno dejarlas a los profesionales, aunque la idea sea de un genial amateur. Aparte, un verdadero profesional no hace preguntas y eso a ella la hacía sentir muy cómoda. Los profesionales son esos hombres y mujeres que, afortunadamente, no se interesan por el cliente, sino por el trabajo.

Y así llegó el día en el que vería su obra. Salió justo después de comer temprano, un día cualquiera de octubre, y se dirigió a su Cinemex favorito, en donde se había ligado a un ente que ella llamaba "el cinemecito". Dejó encargados con otros extraterrestres amables a sus más queridos animales y llegó radiante y feliz al cine. Había prometido al "cinemecito" que, si la dejaba proyectar las siete horas y media de película, ella se desnudaría en la sala, y el tipo también esperaba el momento muy feliz, a pesar de los muchos apuros que había pasado para conseguir que una sala permaneciera cerrada por tanto tiempo. Al final, el cinemecito logró convencer al gerente de que había cuatro gatos apareándose detrás de la pantalla y que eso no les gustaría a los clientes, en especial porque la película programada para exhibirse en esa sala era un filme sacro-gore llamado La Pasión de Cristo. Las señoras piadosas no podrían ver el torrente de sangre y sentir remorder a gusto su no-absuelta-conciencia, si había una linda y felina orgía incitándoles a mirar hacia otro lado. Consciente de esto, y del derecho inalienable de los gatos a aparearse en los cines (de ahí los letreros de "Prohibido entrar con mascotas"), el ejecutivo, gerente, supervisor o lo que sea, accedió a cerrar la sala y compensar a las señoras piadosas dándoles pases gratuitos que la mayoría utilizarían después (secretamente, claro) para ver "Bajos Instintos: El Regreso".

Así que Ginger llegó a la sala, se desnudó, y por fin pudo leer su gran película.


Después de eso, como usted lector, como yo, como nosotros lo esperábamos, nadie más la volvió a ver. Alguno me dijo que la vio irse apretando dos lágrimas en la mano izquierda. Otro más me dijo que su extraña sonrisa flotó un poco más arriba que su cuerpo, para después desaparecer.

Yo les creo, por que es una imagen muy tierna, muy dulce, y tiene el sabor que tiene un pedazo de vidrio en la lengua.

Y hay que creerles, porque sólo así puede haber viajado quien llegó aquí desnuda, como debe de llegar todo viajero que viene de lejos.



*Este es un cuento que escribí hace ya mucho, mucho tiempo, pero siempre me ha gustado mucho.

La gallina, el pollo y el camino...

Y bueno... el chiste (si acaso lo es) es gringo y muy, muy viejo. Sin embargo, es tan simple que siempre da para nuevas versiones. Claro, algunos dicen que es el camino y la gallina, otros, que es el camino y el pollo. Para el caso, viene siendo lo mismo.

¿Qué hay de nuevo en este chiste viejo? Casi nada, pero lo iremos actualizando.


¿PORQUE EL POLLO CRUZÓ LA CALLE ?

1) MAESTRO DE PRIMARIA: ''Porque quería llegar al otro lado''.
2) PROFESOR DE SECUNDARIA: ''Aunque se los explique, queridas bestias, no podrán entenderlo''.
3) PROFESOR DE FACULTAD ''Para saber por que el pollo cruzó la carretera (tema que se incluirá en el parcial de mañana) lean los apuntes desde la página 2 a la 3,050''!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!?!!!!!!!!!
4) ...PLATÓN: ''Porque fue en busca del bien y la armonía. Está en la naturaleza de los pollos cruzar la carretera''.
5) CARLOS MARX: ''Era una inevitabilidad histórica y dialéctica. Veo un mundo en el que todos los pollos serán libres de cruzar la carretera sin que sus motivos se pongan en cuestión''.
6) FREUD: ''El hecho de que estás preocupado porque el pollo cruza la carretera revela tu inseguridad sexual''.
7) JESÚS: "Dejad que los pollos se acerquen a mí ."
8) FELIPE CALDERON: “hay que cobrarle impuesto por cruzar ”
9) GALILEO: “Y sin embargo, cruza”
10) BILL CLINTON: "Juro sobre la constitución que no tuve relaciones sexuales con ese pollo "
11) EL PEJE: "Porque ese pollo estaba urdiendo un compló."
12) NIURKA: "¿Yo?"
13) NINEL: "Porque los pollos son como el Surimi, cruzan por donde quieren y matan a muchísima gente."
14) REPUBLICANOS GRINGOS: "Hay que electrificar el camino para que ese pollo no pueda cruzar jamás."
15) LOS 32 GOBERNADORES MEXICANOS: "La culpa es del Gobierno Federal, nosotros nos hemos visto sobrepasados por esta guerra contra el pollo. No podemos hacer nada de nada al respecto."
16) EL DEL FUÁ: "El pollo cruzó porque sacó el FUAAAAAAAA... (y después media hora de querer aprovechar el micrófono, una vez más, diciendo lo mismo y lo mismo)"
17) LAS LEIDYS DE POLANCO: "¡ERES UN PINCHE POLLO ASALARIADOOOOO! "
18) EL POLLO BORRACHO DE MONTERREY: "No crucé, me cruzaron"
19) EL ALCALDE DE MONTERREY: "EL hermano del pollo nomás vende quesos"
20) ALEX LORA: "¡MAMÁAAAAA PRENDE LA VIDEOCASSETTERA QUE VA A CRUZAR LA CARRETERA EL POLLOOO!"

21) ENRIQUE PEÑA NIETO: "NO RECUERDO AL AUTOR DE ESE POLLO... ERA... NO... NO ERA ESE... ESTEEEEE... PERO HAY OTRO DEL QUE SÍ ME ACUERDO... SE LLAMABAAA..."

22) PAULINA PEÑA: "PORQUE ES UN POLLO PROLE Y PEND..."

23) ERNESTO CORDERO: "CON SEIS MIL PESOS, AL POLLO LE ALCANZA PARA CRUZAR EL CAMINO, PAGAR SU COCHE, LLEVAR A LOS NIÑOS AL COLEGIO..."

24) AMLOVE: "PORQUE BUSCA LLEGAR A UN LUGAR DE AMOR Y ARMONÍA, QUE ES LA REPÚBLICA AMOROSSSS....zzzzzz"

25) HUMBERTO MOREIRA: ... ¿Humberto? ¿estás ahí? ¿Humberto? ¿tú sabes por qué el poll...? ¿Humberto? ¡Chin! se me hace que ya se peló...


Y bueno, las que se les vayan ocurriendo, ¿las ponemos con el hashtag #POLLOYCAMINO

Friday, November 25, 2011

DÍA DE PERROS

DÍA DE PERROS

de Emmanuel Lazos, el Martes, 23 de marzo de 2010, 1:01


Mi hermana fue la responsable. Casi debería decir "la irresponsable" de invitarnos al evento al que asistimos ayer domingo, por la mañana. En su primera llamada de invitación, hace casi un mes, me mencionó algo así como que se trataba de una exposición de fotos de perros, de alguna organización a la que pertenecían ella y Eduardo, su esposo. Recuerdo vagamente que mencionó que ella y Eduardo eran "padrinos" de Huitlacoche y de Tuna. En ese momento pensé en que yo alguna vez he sido padrino de Bautizo, de Anillos, de Arras y cosas así, pero jamás de Huitlacoche o de Tuna. Pero claro, este es un país libre y uno puede tener padrinos para lo que sea, me dije finalmente, en un claro ejemplo de apertura y tolerancia.

Conforme se fue acercando la fecha acordada, mi hermana nos fue revelando, poco a poco, detalles inquietantes del evento: "hay que enviar los datos del coche, y los nombres de quienes van a asistir... ¡ah! y ese día hay que vernos en el Deportivo Xochimilco para de ahí salir en caravana hasta el lugar del evento". Yo me preguntaba si todo ello era necesario para asistir a una simple exposición de fotografía. Mis sospechas subieron de tono cuando me dijo que no me preocupara por llevar nada, que ellos llevarían el costal de comida. "¡¡¿Costal?!!" "¡¡¿de comida?!!" Mi mente me sugería que el brindis y los canapés posteriores a la inauguración de la muestra fotográfica, iban a estar un tanto salvajes.

Finalmente, el sábado anterior al evento, es decir, el pasado sábado 20 de marzo, me llegó un correo de parte de dicha asociación, en el que me pedían confirmar nuevamente nuestra asistencia y me daban a conocer una serie de disposiciones y reglas para asistir al lugar. Las reglas eran diez o doce, muy específicas, pero en realidad sencillas de cumplir. Igualmente, me confirmaban la hora de la cita: 9:30 a.m., en el ya mencionado Deportivo Xochimilco.

Así entonces, sin mucho preámbulo o antecedentes de por medio, el domingo 21 de marzo llegamos, un tanto desmañanados, a la cita. Nos formamos en la caravana, que paulatinamente fue aumentando de longitud hasta llegar a 12 ó 15 automóviles. Poco después de las 9:30 arrancamos con rumbo a un lugar que desconocíamos. Recorrimos parte de la Delegación Xochimilco hasta adentrarnos en algunos de esos pueblos rurales que también forman parte de este monstruo urbano llamado Ciudad de México. Es ese campo mexicano, tan ajeno a algunos de nosotros, que ha sido engullido por una insaciable bestia citadina que sigue empeñada en crecer, aunque ya no tiene a dónde. Continuamos la lenta caravana por calles y callejuelas, subiendo cada vez más, perdiendo poco a poco el entorno de concreto y asfalto hasta adentrarnos en una zona de montaña y bosque ralo. No fueron más de 20 minutos, lo que invertimos en nuestro recorrido. Al final llegamos a un paraje enclavado en el pueblo de Santa Cecilia Tepetlapa -aún dentro de la Delegación Xochimilco- y estacionamos los autos para caminar un poco más a orillas de la carretera, sintiéndonos contentos de haber escapado de la ciudad, sin haber salido de ella.


Fue así como entramos a Milagros Caninos.


¿Qué es? Milagros Caninos es eso: un milagro. Fundado por la señora Paty Ruíz, es un sitio que ha dado cabida y refugio a dos especies tan olvidadas como cercanas a la raza humana: perros y burros.

Al llegar uno encuentra un lugar que tal vez en algún momento fue casa de campo o espacio de recreo. Sigue siendo un sitio muy bonito, con muchas áreas verdes y algunas construcciones. Pero su metamorfosis es evidente: sembradas aquí y allá se encuentran largas hileras de casitas plásticas de colores. Su alineación, su limpieza, su buen estado, dan un informe inmediato a quienes visitan el lugar, dejando claro que ahí realmente se procura cuidar, crear un hábitat digno, aseado, apropiado para los habitantes principales del lugar.

¿Y quiénes son ellos? Como lo dije antes: perros y burros. Sus historias son las historias de aquellos que han sufrido por la incomprensión, el olvido y la crueldad deliberada de ese a quien llamamos "ser humano". Pero también son las historias de quienes hoy se encuentran mejor, y que no ponen reparos ni quejas a la vida que llevan, porque han encontrado que la humanidad tiene muchos rostros, y que entre esos muchos que no ven y no escuchan el sufrimiento de los que "no piensan", existen algunos que ponen sus ojos, su corazón y sus manos dispuestas a trabajar para reparar un poco el daño causado.

Quisiera contarles unas pocas de estas historias. No para aburrirlos. Ni para entristecerlos. Tal vez, para que piensen un poquito. En lo que somos y no somos. En lo que hacemos y no hacemos. En aquello que, tal vez, podemos hacer.

Primero, quisiera despejar la duda acerca de los extraños padrinazgos de mi hermana y su marido. Ya en el lugar encontramos que Huitlacoche y Tuna, existen. Bueno, debo decir que a Tuna en realidad no la vimos. Digamos que se nos perdió entre la masa. ¿por qué? Porque son 128 perros los que habitan ese increíble lugar. Sí, ciento veintiocho (en número y letra, para que se entienda bien). Sería maravilloso que fueran muchos más, pero de eso hablaremos más tarde.

Porque al que sí encontramos, fue a Huitlacoche.

Huitlacoche es un labrador, de color negro profundo. Su vitalidad, el brillo de su pelo y su aspecto en general me hicieron de inmediato visualizarlo como ganador en cualquier concurso canino al que pudiera llevársele. Un animal de belleza y porte extraordinarios. Llegó a Milagros Caninos cuando era un cachorro de 3 ó 4 meses. Alguien había tenido el delicado gesto de arrancarle ambos ojos, y en ese estado fue como lo encontraron. Se le curó. Se le cuidó. Hoy es un animal, como ya lo dije, muy bello, y que parece muy feliz. Lleva en su rostro el recuerdo de que alguien, alguna vez, no sintió la misma ternura que nosotros sentimos al mirarlo. Pero sigue correteando y jugueteando, respondiendo con el fuerte látigo de su cola a las palabras amables y a las caricias que le dan los visitantes. ¡Ah! Y claro, a las botanas con las que la mayoría llegamos armados hasta la sección del santuario en donde él habita. Pero no, no son botanas cualquiera. Son botanas especiales para perro, porque ante todo se busca cuidar su salud. Es parte de esas reglas que yo les mencionaba al principio, que son muy precisas e importantes para todos los que acuden a las visitas guiadas que Milagros Caninos organiza cada mes. Si algún día llegan a ir (espero, de corazón, que lo hagan), síganlas, respétenlas y disfrútenlas, porque es parte de la idea del lugar. Es evidente, eso sí, que Huitlacoche recibe mucha de esa botana, y que debe usar algo de su corpulencia para asegurarse sus raciones de comida y, tal vez, algunas raciones extras de algún otro perro que se descuide. Parece un bóiler negro a cuatro patas. Ciego a la luz, pero no a la bondad de quienes lo han tratado con cariño.


Huitlacoche

HuitlacocheHuitlacoche



La verdad es que yo siempre cometo errores cuando escribo acerca de algo que toca mis emociones profundamente. Olvido la secuencia, la cronología de los hechos, la claridad en las explicaciones. Así que ahora regreso un poco sobre mis pasos, para darles una idea de lo que encontramos cuando visitamos el santuario, intentando respetar el orden en el que vivimos la experiencia.

Al llegar a la entrada, ya nos esperaban algunas de las personas que forman parte del heroico grupo de voluntarios de Milagros Caninos. Ahí, nos dieron algunas indicaciones y comenzaron a vendernos las bolsitas de botana para perros, que tuvimos con nosotros durante toda la jornada. Ya desde ahí, en la entrada, encontramos perros. Uno de ellos era bastante hábil y gandallón, y logró robarle las bolsitas de botana como a cuatro de los distraídos peregrinos que participamos en esa especie de posada primaveral. En cuanto uno cruza la primera puerta, la masa de criaturas peludas a su alrededor se multiplica abrumadoramente. Son los primeros 10 ó 15 perros, de todos los tamaños y aspectos que puedan imaginar. A la izquierda de esa entrada, está una estatua, en bronce, de un perro flaco, de orejas gachas, que mira al piso en actitud temerosa. Es el "Monumento al perro callejero". Junto a ese monumento, la Sra. Paty Ruíz, megáfono en mano, nos dió la bienvenida y nos explicó algunos datos del lugar. Nos contó que esa estatua es una réplica de otra que hay en Avenida Insurgentes, y que yo jamás he visto. A los perros callejeros solemos ignorarlos, hasta cuando son estatuas de bronce de casi dos metros de altura. Un poco más allá, detrás del montículo desde el que Paty Ruíz nos hablaba, estaba el cementerio del lugar. Nos invitaron a pasar para ver las muchas, pequeñas lápidas de los habitantes que ya se les han ido. "Princesa", "Popeye", "Torito", son algunos de los nombres que aparecen. Paty nos hablaba de la necesidad de ampliar el cementerio, y de construir un horno crematorio en un segundo santuario que tienen en algún otro lugar de la ciudad, que no recuerdo. Pero, aún no han conseguido ni los fondos ni el permiso necesario de la Delegación para construir ese horno. Si alguien de quienes leen esto creen poder ayudar con cualquiera de estas dos necesidades (fondos o gestión del permiso), háganlo, por favor.

Luego de eso, pasamos a una zona que solía ser cancha de tennis, y que ahora es el área de algunos de los perros que han sufrido de peor manera la crueldad humana. Algunas de las áreas que están delimitadas en el santuario fueron inicialmente pensadas en función de ciertas características particulares de los perros o de sus antecedentes, pero también nos explicaron que actualmente, como son muchos, se han mezclado todos con todos en ellas, más que nada por afinidad entre los grupos caninos. En efecto, el instinto animal también tiene afinidades y hay perros que nomás no se tragan entre sí. O, mejor dicho, sí, se tragan entre sí. O lo intentan. Literalmente. Entonces, para evitar peleas, han ido acomodando a los canes en grupos en donde se encuentran rodeados de perros "que les caen bien", que no los agreden, para así formar pequeñas manadas en las que conviven tranquilos. En esa zona de perros maltratados también hay perros de todos los tamaños y aspectos. En esta parte del recorrido volvimos a encontrarnos con historias que nos dan la triste oportunidad de constatar lo animal que puede ser un humano.

Yo debo de confesar que, durante todo el recorrido, mis ojos se llenaron de agua cada diez o veinte pasos. De tristeza, de ternura, de rabia. Pero también de alegría.

Decía, pues, que hubo más historias. Nos contaron la historia de Sinforosa, una perrita mediana, color miel, de una raza que no alcancé a determinar. A ella la llevaron al refugio poco después de un 15 de septiembre. En la noche del grito, algunos niños y muchachos, plenos de fervor patrio y ávidos de celebración, le amarraron cohetes a las patas a Sinforosa, y los encendieron. Tras el estallido de los cohetes en sus patas, quedó claro a los celebrantes que el "vuelo" de la perrita no había estado a la altura de lo que merecen nuestras fiestas patrias. Entonces la arrojaron desde un segundo piso.

De alguna forma, alguien se puso en contacto con la Sra. Ruíz y fueron por ella. Llegó en condiciones lamentables al refugio, con las patas destrozadas y golpes en todo el cuerpo. Pero esa historia nadie podría creerla el día de hoy. Sinforosa corre y juega como ninguna. Su capacidad de recuperación fue tal, que no tiene prácticamente ninguna huella visible de aquella triste noche. Saluda a la gente con una cola que parece plumero y, de cuando en cuando, se tira al suelo para que le rasquen la panza.

Cerca de ella se encuentra Tortillina. Tortillina es una perra Gran Danés blanca, bellísima, impresionante. Ella es un caso especial, ya que no llegó después de haber sido maltratada, ni atacada, afortunadamente. Pero, por alguna razón, es ciega y sorda. Quienes la tenían no encontraron como cuidarla, y la llevaron a Milagros Caninos. Y ahí, ha crecido enorme y orgullosa, como los perros de su raza. Su condición, sin embargo, la hace ser un poco retraída. Los visitantes, algo torpes, le llamábamos: "¡Sshht! ¡Tortillina!", y claro, no había ninguna respuesta. Ella vive en un mundo de olores, sabores y caricias. Lo demás no existe. Hay que acercarse y ofrecerle alimento casi en el hocico, para que pueda olerlo. A ratos, opta por meterse en su casa, si se siente abrumada por el contacto continuo con algo que no vé ni oye. Se asusta un poco cuando la acarician de improviso, porque no lo espera. Pero sigue ahí, viva, simbólica, la gigante blanca del lugar.


Tortillina


En otra sección, encontramos a algunos perritos a los que llaman "los hiperactivos". Son perros de carácter inquieto, que están en esa zona porque se llevan muy bien entre ellos, pero si se salen de ahí arman un reverendo desmadre con los demás. Se meten a todos lados, le buscan bronca a todo mundo y regresan todos mordidos o habiendo mordido a alguien más. Pero en esa área están bien. Los visitantes que entran ahí, deben de hacerlo con cuidado. No porque muerdan. De hecho, hay que dejarlo bien claro, en NINGÚN momento vimos siquiera un conato de mordida a algún humano. Todos fueron muy respetuosos. Lo que sí hacen es brincarte encima, lamerte, buscar la botana. En especial los de esa zona de los hiperactivos. Y si decía que hay que entrar con cuidado es porque a la menor oportunidad se escapan y hay que ir a corretearlos para traerlos de nuevo a su lugar. A esa área la conocen como "el área de Pastel".

La historia de Pastel sirve para explicar el por qué de los registros previos de los autos y las personas que visitan Milagros Caninos. A Pastel lo rescataron de su dueño hace algunos años. La persona que lo tenía (no diré "cuidaba" porque no me parece que fuera así), llegó a la conclusión de que sería una buena idea corregir o aleccionar al animal de un modo muy particular: le sumergió el hocico en ácido.Pastel llegó a Milagros Caninos con el rostro desfigurado. Ahí lo curaron, lo rehabilitaron y volvió a ser un perro casi normal, que podía comer y vivir entre otros perros. Conservó, sin embargo, una cierta agresividad hacia otros perros, que lo llevó a tener un área que compartía con solo unos pocos, a los que toleraba. Un día, llegó una visita guiada al santuario. Después de la visita, Pastel comenzó a estar mal y murió en poco tiempo. El veterinario que lo trató, descubrió que lo habían envenenado. Intencionalmente. Al menos esa es la conclusión a la que llegaron. Desde entonces cuidan muchísimo ese aspecto, buscando registrar a todos los visitantes.

Pastel.

La foto es terriblemente mala, ya que se trata de una foto tomada con mi celular a la foto que tienen en una pequeña capilla del lugar.



Mas allá de la zona de los perros inquietos, está el área de los "Perros de la Tercera Edad". Es una zona en la que se encuentran perritos que, efectivamente, son de edad avanzada o están en condiciones que dificultan su movilidad. En esa zona se encuentran Huitlacoche y otros más. Al menos a cuatro o cinco de ellos les faltan dos patas. En el refugio les han puesto carritos para permitirles moverse. Es impresionante la manera en la que han logrado adaptarse a estas prótesis algunos de los perritos. A algunos otros les ha sido más difícil. Y sí, también en esta zona están algunos perros más ancianos, de esos a los que ya no les es muy fácil moverse y jugar, pero que igual agradecen la presencia de una palmada cariñosa, de una voz que les hable con ternura.




Un poco más abajo, en otra zona, está el área de los perros que están en tratamiento por cáncer. Así es. Hasta de esto se encarga Milagros Caninos. Y ahí están, dando la pelea contra esa enfermedad a la que los humanos decimos temerle tanto. Y sí, ellos también temen a morir. Pero creo que temen más a no vivir. Por eso se esfuerzan todo el tiempo en comportarse como lo que son, seres plenamente vivos, que encuentran un gusto y un propósito completo en cada día y cada hora que van viviendo. Porque les puede faltar una, dos, o tres patas, pero nunca les faltan las ganas para seguir avanzando.

¡Perdón! Olvidé que, en esta etapa de la visita también tuvo lugar una muy breve y emocionada inauguración de la exposición fotográfica (¡sí! la exposición fotográfica, que supuestamente era a lo único que asistiríamos). Las fotos fueron de Alejandro Briones, que alguna vez fue a Milagros Caninos de visitante, como nosotros, y regresó... y regresó... y siguió volviendo, a verlos, a fotografiarlos. A buscar mostrar, no su sufrimiento, sino su actitud ante la vida. Algunas de las fotos que intento adjuntar a esta nota, son parte de esa exposición. Si quieren compartirlas, les pido atentamente que respeten el derecho de autor, no borrando el nombre del fotógrafo ni alterando las fotografías en forma alguna.

Y bueno, finalmente, en otra zona que ya no recorrimos, se encuentran los burros. Burritos de carga. Viejos. Maltratados. Igualmente torturados. Y ahí también los rehabilitan y los rescatan. El tiempo ya no nos alcanzó para conocer esa vertiente del milagro. Pero sé que no será la última vez que visitemos Milagros Caninos. Entonces ya podré contarles cuántos son, y qué lecciones de vida pueden enseñarnos.

En fin. Creo que es hora de ir concluyendo esto, que ya se extendió de más. Puedo decirles que pasamos un domingo muy hermoso. Nuestros hijos estuvieron encantados de poder conocer, acariciar, alimentar y jugar con tantos y tantos perritos. Y, pese a lo crudo de las imágenes de algunos de los perritos lastimados, creo que ellos entendieron mejor que nadie la importancia de cuidarlos y de protegerlos. Nosotros, los adultos que acudimos, pudimos aprender una serie de lecciones que creo que no olvidaremos. Igualmente, regresamos con un sentimiento de admiración, reconocimiento y deuda con aquellas personas que hacen posible que Milagros Caninos exista. Como sociedad, como grupo humano, debemos mucho a aquellos que se empeñan en este tipo de cruzadas, dignas de un Quijote. Porque son la prueba viviente de que no hay mejor causa que una causa perdida. Porque es aquella de la que no podemos obtener nada que no sea nuestra propia entrega. Porque son esas causas las que nos reivindican con lo verdaderamente humano, que tanto hemos dejado perder. Porque nos permite entender que, tal vez no parezca un logro enorme ayudar a un animal que de todas maneras probablemente muera. Pero, el hacerlo es lo único que nos permite entender que, si se fracasa en el intento, el dolor de su muerte nos servirá para continuar luchando para salvar al que sigue. Y al otro. Y al otro.

Aprendimos, también, que es una ventaja enorme que el ser humano tenga inteligencia y ellos, los perros, no la tengan. Porque entonces, son tan tontos, que ni siquiera han aprendido a guardar rencor. Porque, al parecer el ser inteligente es ese que aprende a guardar rencores, y después los vierte sobre el más débil, sobre el indefenso. Eso les ha pasado a muchos de esos perros, que se convirtieron en el blanco de "la inteligencia" de alguien más, que precisamente por inteligente sabe que no puede enfrentar al más fuerte, y se va contra el más débil. Por algo somos los "reyes de la creación" ¿no?

Una de las frases más usadas entre los que frecuentan Milagros Caninos, y que aparece en algunas de las camisetas que venden, junto con otros recuerdos, para ayudar a allegarse fondos para mantener una causa tan difícil y costosa como esta, es:


"Errar es humano. Perdonar es canino."


Tal vez tenga razón la frase. Pero, si les parece que la frase miente, por favor vayan y pregunten su opinión a Huitlacoche, a Sinforosa, a Manzanilla, a Membrillo y a otros de los habitantes de Milagros Caninos. Tal vez reciban, por toda respuesta, un par de lengüetazos en la mano, un ladrido y el vaivén de una cola. Y sí, eso querrá decir que la frase era cierta. Que ellos nos han perdonado.


Por favor. Vayan y visiten Milagros Caninos. En vivo y en directo. Y, además, en su página. Dejo aquí las ligas, tanto a la página oficial como al Grupo de Facebook. Necesitan ayuda. Están en crisis, como todos nosotros. Son ¡128 perros! Necesitan fondos, necesitan comida, necesitan manos, necesitan voluntades. Sí. Sólo son perros. Pero esos perros siguen teniendo mucho que entregarnos y, ¿quién sabe? tal vez ayudándolos logremos entender, realmente, lo que significa "ser humano".



¡GRACIAS!



P.D. Le agradezco también mucho, muchísimo, a Flor y Eduardo, que nos llevaron a este lugar tan hermoso. Y a mi madre y mi tía Julia, que se aventaron todo el recorrido trabajosa, pero animadamente. Y claro, a mi esposa, que a pesar de no ser una fanática irredenta de los perros (yo sí soy perrero y animalero a morir) acepta y solapa este tipo de actividades que tanto disfruto. Gracias, amor, te adoro siempre. Y claro, a mis hijos, por seguir sorprendiéndose con lo que descubren cada día, y enseñándonos también a sorprendernos cuando creíamos que ya no sabíamos hacerlo.

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Membrillo.

Ya está muy viejito. No tiene un ojo. Le cuesta trabajo moverse. Y es un perro maravilloso.Membrillo.

Una perrita Weimaraner cuyo nombre no recuerdo, y que es bellísima. A ella le falta una de sus patas delaneras.


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Manzanilla.Ciruela.

Creo que es una mastín. Su color gris plomo y su pelo brillante la hacen un animal bellísimo. Ella tiene un problema muy grave en la cadera,que apenas le permite moverse.Monumento al perro callejero.

Algunas fotos buscan mostrar a los visitantes el "Antes y Después" de algunos de los perritos. Aquí vemos a Lechuguita, cuando llegó al refugio.Lechuguita, ahora.Algodón.

Este es Algodón, cuando llegó a Milagros Caninos. No tomé la foto de su momento actual, pero es un perro completamente repuesto, sano, que brinca y baila con todos los demás.

Un perro con parabólica integrada, cuyo nombre no recuerdo.

De esta perrita nos advirtieron que era la "gruñona del lugar", porque aparte de haber sido maltratada, ya está muy viejita. Sin embargo, lo más que llegó a hacer fue gruñirnos un poco. Nunca mordió a nadie. Claro, en parte tal vez fue porque ya solo le quedan como cinco dientes. Pero poco a poco se dejó acariciar y apapachar por todos los visitantes, demostrando que su carácter "gruñón" puede ser nada más una especie de carta de presentación que sigue guardando para que no la lastimen. En el fondo, sigue queriendo y aceptando todo el cariño que puedan darle.

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