Thursday, October 23, 2014

COMPÁS DE ESPERA

Ayer tuvimos otra manifestación popular de proporciones históricas. La marcha en apoyo a los 43 estudiantes normalistas rurales desaparecidos en hechos que tuvieron lugar en Ayotzinapa, municipio de Iguala, en Guerrero, entre el 26 de septiembre y el 2 de octubre, cuando se da el primer parte oficial que señala a estos 43 muchachos con ese calificativo que es uno de los más tristes que se pueden atribuir a un ser humano: "desaparecido".

"Desaparecido" no es "muerto". "Desaparecido" no es "preso". "Desaparecido" no es "herido". "Desaparecido" es el que, de pronto, "dejó de estar". El que no dejó rastro, aquel de quien hablan los que no saben, y los que saben, callan. "Desaparecido" es el más incierto y aterrador estatus que pueden comunicarle a un padre acerca de su hijo. "Desaparecido" en una palabra que, en realidad, no nos dice nada, pero se lo lleva todo. 

2 días, dieron de plazo los padres de los 43 normalistas, así como las decenas de miles de personas que los apoyan, al gobierno, local, estatal y federal, para "aparecer" a los desaparecidos, antes de tomar acciones más radicales para ejercer presión. 

Es claro que, sean o no sean los culpables últimos, el ex-alcalde Abarca y su esposa ya han sido señalados como los autores intelectuales del crimen y dudo muchísimo que cualquier autoridad gubernamental o policial se mueva en otra dirección. Son enemigos públicos de facto.

No fue uno, aunque uno sería digno de hacer lo mismo. Pero fueron 43. No existen las varitas mágicas, ni los pasadizos a otras dimensiones. Desaparecer a 43 personas no requiere de magia: requiere de complicidades y silencios. MUCHAS complicidades. MUCHOS silencios.

Ya lo dije varias veces, y no me cansaré de repetirlo: podemos estar o no de acuerdo con las protestas que, en esta y otras ocasiones, han llevado a cabo maestros de escuelas normales, o cualquier otra organización que se ha sentido con el derecho, obligación o necesidad de protestar por algo.  

Sin embargo, que el modo de evitar esas protestas sea esa desaparición forzada que, tristemente, cada día huele más a asesinato o masacre, es inaceptable bajo cualquier esquema de pensamiento humano. No existe justificación, atenuante o descargo alguno. Y, debe decirse también: es igualmente inaceptable subirse a una protesta de esta naturaleza, y con motivos tan innegablemente genuinos, para pretender promover otras causas, sin importar lo importantes, justificadas o vinculadas que nos parezcan con esa causa específica. Es esa causa, única y exclusivamente, la que debe prevalecer y ser apoyada por todos de manera inexcusable e ineludible. La exigencia de justicia, y no de sucedáneos malolientes como la promesa fácil, la vandalización inútil, la indemnización sospechosa o la revancha politiquera. Es el regreso de los muchachos, o el conocimiento de su paradero, la única petición válida y no negociable.

Son 48 horas, las que tienen todos los niveles de gobierno para encontrar algo que permita iniciar el proceso de apagado de un fuego que amenaza con incendiar al país entero, o transformarlo para siempre. 

Atentos. Todos, atentos.


3 comments:

Gonzalo Suárez said...

Y no basta. Esperar no basta, cuando la realidad, la terca realidad, es contraria a lo que esperas. "Vivos se los llevaron, vivos los queremos". Pero sale el padre Solalinde, dice que los quemaron vivos... Luego afirma que concuerda en al menos 85% con la versión oficial. Y remata diciendo que no se detendrá hasta que aparezcan vivos... ¿Los quemaron vivos y los quiere vivos? ¡Eso es confianza plena en la resurrección cristiana!

EL PEATÓN said...

Tal cual, Gonzalo, y aquí estamos en el punto en el que toda fe se quiebra, y toda esperanza se hunde. Los milagros dejaron de tener cabida hace semanas, creo yo. Queda esperar por rastros, pistas, indicios, trozos de evidencias que hablen por esos que ya no están.

Esperar, tal vez, por una versión de la justicia que intente ser lo menos injusta posible. Estamos en los tropiezos de intentar buscar un 'mal menor' que de todas formas será muy, muy grande.

=(

EL PEATÓN said...

Tal cual, Gonzalo, y aquí estamos en el punto en el que toda fe se quiebra, y toda esperanza se hunde. Los milagros dejaron de tener cabida hace semanas, creo yo. Queda esperar por rastros, pistas, indicios, trozos de evidencias que hablen por esos que ya no están.

Esperar, tal vez, por una versión de la justicia que intente ser lo menos injusta posible. Estamos en los tropiezos de intentar buscar un 'mal menor' que de todas formas será muy, muy grande.

=(